
Tijuana, 28 de junio de 2025 — Hace exactamente 65 años, el 26 de junio de 1960, Tijuana vivió una jornada que quedaría marcada en la historia de la ciudad y de la tauromaquia mexicana. Ese día, una monumental corrida de toros —presidida por el legendario Rodolfo Gaona, conocido como “El Califa de León”— sirvió como acto simbólico de apertura de lo que más tarde se convertiría en uno de los íconos arquitectónicos y culturales más reconocidos de Baja California: la Plaza Monumental de Tijuana.

📍 Una plaza nacida frente al mar
Ubicada en Playas de Tijuana, literalmente a unos pasos del océano Pacífico y de la frontera con Estados Unidos, la Plaza Monumental fue construida en un tiempo récord y oficialmente inaugurada el 26 de agosto de 1960 con una capacidad para más de 21 mil personas, lo que la colocó entre las plazas taurinas más grandes del mundo. Su estructura circular de concreto, su diseño abierto al horizonte marino y su capacidad de convocatoria la convirtieron rápidamente en un espacio emblemático no solo para la tauromaquia, sino para toda la ciudad.
Pero antes de su inauguración oficial, aquella corrida del 26 de junio actuó como antesala simbólica. El cartel, hoy convertido en pieza de colección, anunciaba un cartel de lujo: Alfonso Ramírez “El Calesero”, Rafael Rodríguez y el español Antonio del Olivar, lidiando seis toros de la reconocida ganadería José Julián Llaguno. La presencia de Gaona como padrino dotó al evento de una carga ceremonial que ningún aficionado pudo ignorar.

🎭 Tauromaquia en el norte: un arte que cruzó fronteras
Aunque comúnmente se asocia la tauromaquia con el centro y sur de México, Tijuana ha tenido un papel crucial en la historia taurina nacional. Desde principios del siglo XX, las corridas formaban parte del entretenimiento en la frontera. La cercanía con California atrajo a miles de visitantes estadounidenses que buscaban en Tijuana una experiencia “exótica” y cultural, lo que convirtió a la ciudad en un punto neurálgico para el espectáculo taurino.
La Plaza Monumental elevó ese rol a otro nivel. Durante décadas, fue escenario de tardes memorables, con figuras como Manolete, Eloy Cavazos, Antonio Ordóñez, Curro Rivera, Enrique Ponce, Julián López “El Juli” y otros gigantes del ruedo. A lo largo de su historia, la plaza también se convirtió en espacio para conciertos masivos, eventos religiosos, luchas libres, boxeo y espectáculos culturales, consolidándose como un verdadero foro popular.

🕰️ Un reflejo de su tiempo
Construida durante el auge del nacionalismo cultural mexicano, la plaza representó un tipo de modernidad donde lo tradicional y lo monumental podían convivir. Fue, en su momento, un símbolo del poder económico de la ciudad y de su ambición de proyectarse como capital del norte mexicano.
La tauromaquia, por su parte, vivía una de sus últimas etapas de esplendor. Aún respetada como arte, aún envuelta en liturgia, aún admirada por públicos diversos. Con los años, el debate ético creció, y en la actualidad las corridas han sido restringidas o prohibidas en varios estados de México. Sin embargo, en Tijuana, la Monumental sigue siendo testigo silencioso de esa época donde el arte del toreo y la identidad urbana se entrelazaron.
🧾 Más que un cartel
El cartel de aquella tarde de junio de 1960 no solo anuncia una corrida: narra una época. Una ciudad que crecía a pasos agigantados. Una frontera que vibraba con modernidad. Un país que aún celebraba sus símbolos. Y una generación de toreros que se jugaban la vida para ganarse el aplauso.
A 65 años de aquel día, la Plaza Monumental sigue en pie, mirando al océano. Quizá más silenciosa que antes, pero aún majestuosa. Porque hay estructuras que trascienden su función: se vuelven memoria.
