Carlos Martín González cruzó la frontera con toda su documentación en regla. Su visa de turista estaba vigente y su intención era sencilla: pasar unos días en Florida, como lo hacen miles de mexicanos cada mes. Pero una infracción vial menor lo convirtió en protagonista de una pesadilla migratoria que hoy sacude la confianza de quienes cruzan desde Baja California hacia Estados Unidos.
La historia de Carlos —detenido por no portar el registro actualizado de su vehículo— pone en evidencia un nuevo riesgo: incluso con visa válida, cualquier mexicano puede ser arrestado, incomunicado y encerrado en condiciones extremas, sin derecho a defensa inmediata.
Tras ser detenido, las autoridades locales notificaron a migración. Sin necesidad de juicio ni delito grave, Carlos fue trasladado al centro de detención de inmigrantes en los Everglades, conocido como Alligator Alcatraz. Ubicado en una zona remota y pantanosa de Florida, este sitio ha sido denunciado por albergar a migrantes bajo condiciones inhumanas: calor extremo, falta de agua potable, hacinamiento y presencia de animales peligrosos.
Desde su detención, Carlos no ha podido comunicarse con su familia ni con autoridades consulares, debido a que su caso no ha sido formalizado legalmente con un número migratorio. Esta situación lo mantiene en un limbo jurídico, sin acceso a abogado, sin visitas y sin certeza de cuándo podrá salir.
El caso ha generado preocupación creciente entre autoridades mexicanas, activistas y medios internacionales. La Secretaría de Relaciones Exteriores, a través del consulado en Orlando, ha iniciado gestiones legales mediante el Programa de Asistencia Legal Externa (PALE). Sin embargo, el acceso a justicia está siendo bloqueado por trabas burocráticas dentro del propio sistema migratorio estadounidense.
Una frontera más frágil de lo que parece
En Baja California, cruzar a Estados Unidos es una actividad cotidiana. Ya sea por compras, visitas familiares, consultas médicas o turismo, miles de personas usan sus visas B1/B2 con regularidad. Durante años, esto se ha hecho bajo la idea de que una visa vigente equivale a seguridad jurídica. El caso de Carlos demuestra que esa idea ha quedado atrás.
Las políticas migratorias de algunos estados como Florida o Texas han endurecido sus prácticas. Hoy, una simple parada de tráfico puede convertirse en el inicio de una detención sin garantías, incluso si la persona ingresó legalmente. Esto coloca en riesgo a toda una comunidad fronteriza acostumbrada a la movilidad binacional.
En este nuevo contexto, es urgente que los bajacalifornianos reconsideren las condiciones bajo las cuales viajan a Estados Unidos. La legalidad migratoria ya no basta: ahora es necesario prever escenarios hostiles, contar con asistencia legal de emergencia y mantenerse informados sobre la situación política y migratoria en los estados que visitan.
¿Quién protege a los nuestros?
El caso de Carlos ha expuesto también las limitaciones del sistema consular mexicano. A pesar de la buena voluntad de las autoridades, su capacidad de respuesta se ve obstaculizada por barreras legales impuestas del otro lado de la frontera. Cuando un migrante no tiene un número de caso abierto, la diplomacia mexicana se ve prácticamente anulada.

Por otro lado, la falta de canales de comunicación directa, abogados disponibles o protocolos humanitarios básicos en los centros de detención complica aún más el panorama. Hoy, hay más de una decena de mexicanos detenidos en Alligator Alcatraz bajo condiciones similares.
Mientras tanto, el tiempo pasa y Carlos sigue encerrado, sin sentencia, sin juicio, sin delito, y sin certeza de cuándo volverá a casa.
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Una lección para Baja California
Este caso no debe ser visto como una excepción, sino como una advertencia. Si a alguien con visa vigente le puede ocurrir esto, entonces todos los bajacalifornianos que cruzan a Estados Unidos están en riesgo.
No se trata de alarmar, sino de informar. El cruce fronterizo ya no es una rutina segura. Es necesario cambiar la narrativa: cruzar ahora exige más precaución, más preparación y más conciencia de que las reglas han cambiado.
Porque en la nueva realidad migratoria, ser turista ya no basta. En Estados Unidos, ser mexicano puede ser suficiente para terminar detenido.