México recupera bisontes en Coahuila; ¿por qué Baja California debería impulsar un santuario para el borrego cimarrón?

La reintroducción de 44 bisontes americanos en la UMA El Santuario, en Coahuila, se convirtió en una de las noticias ambientales más relevantes del año. El proyecto, respaldado por la Secretaría de Medio Ambiente (Semarnat), busca no solo restablecer una especie icónica del norte del continente, sino también fortalecer la resiliencia climática, acelerar la regeneración ecosistémica y consolidar un modelo de conservación que combina ciencia, territorio y comunidad.

La llegada del bisonte —un animal que alguna vez dominó las praderas norteamericanas— demuestra que en México sí es posible impulsar esfuerzos de restauración a gran escala cuando existe voluntad institucional, visión de largo plazo y cooperación entre especialistas y autoridades.

Pero esta noticia abre una pregunta inevitable para Baja California.

¿Por qué no hacer lo mismo con el borrego cimarrón?

El borrego cimarrón, símbolo de la identidad bajacaliforniana, es una de las especies más emblemáticas del desierto y de la sierra. Aunque existen esfuerzos de monitoreo y conservación, su presencia sigue siendo frágil, dispersa y poco accesible para la población. Hoy, ver un cimarrón en libertad es una experiencia excepcional. Y sin una estrategia más ambiciosa, seguirá siendo una especie admirada… pero distante y vulnerable.

La experiencia de Coahuila ofrece un modelo replicable:

Santuarios controlados, con espacio, protección, vigilancia biológica y programas de reproducción que permitan fortalecer las poblaciones, aumentar su variabilidad genética y, al mismo tiempo, convertir el proyecto en un referente educativo y turístico.

Un Santuario Cimarrón sería una oportunidad para Baja California

Baja California posee condiciones únicas para lograrlo:

Tenemos ecosistemas desérticos y serranos ideales, tradición científica desde instituciones como UABC y Centros de Investigación, turismo de naturaleza en crecimiento, y un símbolo regional que puede articular identidad, conservación y desarrollo.

Un santuario permitiría:

Reintroducir grupos reproductivos de cimarrones, garantizar corredores ecológicos, fomentar investigación sobre su comportamiento y genética, crear un espacio de visita controlada donde familias, escuelas y turistas puedan verlos sin alterar su hábitat, y posicionar a Baja California como líder nacional en conservación de fauna nativa.

Mientras México celebra la recuperación del bisonte, Baja California tiene frente a sí la oportunidad de recuperar al animal que lleva su nombre en la piel del territorio. El cimarrón no es solo una especie: es parte de nuestra identidad, de nuestra historia natural y de nuestra narrativa como estado.

Si Coahuila pudo traer de vuelta al gigante de las praderas, Baja California puede —y debe— dar el siguiente paso: crear un Santuario Cimarrón que conserve, eduque y enorgullezca a las próximas generaciones.