Un mapa reciente elaborado con información analizada por el periodista Ioan Grillo ofrece una fotografía precisa del reparto territorial entre los principales cárteles del país en 2024. La imagen confirma algo que expertos han señalado durante años: México no está dividido por dos grandes grupos, sino fragmentado en una mezcla de organizaciones nacionales, regionales y locales que se superponen, se disputan zonas y mantienen presencia diferenciada según la región.

El Cártel de Sinaloa aparece como la fuerza con mayor extensión territorial. Su color rojo cubre la mayor parte del noroeste del país, desde Baja California, Sonora y Sinaloa hasta amplias zonas de Chihuahua, Durango y el Pacífico. Su dominio no es uniforme, pero refleja una estructura consolidada que opera mediante alianzas locales y rutas históricas de tráfico.
El Cártel Jalisco Nueva Generación, marcado en azul, muestra una expansión que atraviesa Jalisco, Colima, Michoacán, el Bajío y partes del centro y sur. Su crecimiento agresivo lo ha llevado a chocar con otros grupos, lo que explica áreas rayadas o combinadas que representan batallas abiertas por territorios estratégicos.
Otros actores nacionales mantienen presencia relevante pero más acotada. El Cártel del Golfo conserva zonas en Tamaulipas y la franja noreste; el Cártel de Juárez y La Línea mantiene control en sectores de Chihuahua, rodeado por regiones dominadas por Sinaloa; y el Cártel del Noreste, derivado de los antiguos Zetas, sostiene núcleos de operación en Coahuila, Nuevo León y parte de Tamaulipas.
El color morado del mapa, que representa grupos locales, evidencia la complejidad del panorama en estados como Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Veracruz y el Estado de México. Ahí la presencia criminal no depende de un solo grupo, sino de redes regionales que cambian de alianzas y se disputan el control municipal. Estas zonas suelen ser las más volátiles, donde operan múltiples células con intereses propios.
También aparecen marcadas regiones consideradas “battlegrounds”, espacios de enfrentamiento constante entre cárteles mayores. En contraste, el blanco identifica áreas con actividad de baja intensidad, donde no hay un dominio territorial claro o donde la presencia criminal es menos visible.
En conjunto, el mapa revela un país fragmentado por capas: cárteles de alcance nacional, organizaciones medianas y una constelación de grupos locales que llenan los vacíos. No es un control estático ni uniforme, sino un equilibrio cambiante que redefine rutas, municipios y zonas de influencia según la región. El resultado es un mosaico criminal que muestra, en un solo vistazo, la complejidad del escenario de seguridad en México para 2024.

