Estados Unidos y su doble narrativa sobre la migración

La doble narrativa sobre la migración: una necesidad laboral que enfrenta un muro ideológico

En el debate migratorio de Estados Unidos, dos discursos parecen convivir de manera contradictoria. Por un lado, el país depende significativamente de la fuerza laboral migrante para mantener sectores clave de su economía, pero al mismo tiempo, impulsa políticas restrictivas y retóricas que dificultan la entrada de estas personas. Este juego de narrativas refleja tensiones profundas en una sociedad que se beneficia de los migrantes mientras los rechaza públicamente.

La dependencia laboral: los migrantes como columna vertebral

Según datos del Departamento de Trabajo de Estados Unidos, los migrantes representan el 17.4% de la fuerza laboral total, con un peso considerable en sectores como la agricultura (73%), la construcción (24%), y los servicios (22%). La agricultura, en particular, depende casi por completo de los trabajadores migrantes, quienes realizan tareas esenciales que los trabajadores locales rara vez están dispuestos a aceptar debido a las bajas remuneraciones y las condiciones laborales.

En estados como California, Texas y Florida, donde la producción agrícola es vital, más del 50% de los trabajadores son migrantes, en su mayoría indocumentados. Asimismo, el sector de la construcción, con más de 1.4 millones de trabajadores migrantes, es un pilar en la economía urbana y rural, según cifras del Pew Research Center.

La retórica antiinmigrante: el muro y las políticas restrictivas

Mientras la economía estadounidense se beneficia de la migración, la narrativa oficial suele adoptar un tono opuesto. Durante la administración de Donald Trump, la política migratoria se centró en la construcción de un muro fronterizo, la implementación de la política de “Quédate en México” y un aumento en las deportaciones. Estos esfuerzos se justificaron bajo el argumento de proteger la seguridad nacional y los empleos para los estadounidenses.

Sin embargo, estudios del Brookings Institution y del National Bureau of Economic Research han demostrado que los migrantes complementan, en lugar de competir, con los trabajadores locales, ocupando principalmente empleos que no son atractivos para la población estadounidense.

El costo de la contradicción

Esta doble narrativa genera un impacto significativo tanto en los migrantes como en las economías de ambos lados de la frontera. Para los migrantes, las políticas restrictivas representan un aumento en los riesgos de cruzar la frontera y una mayor explotación laboral una vez dentro del país. Para Estados Unidos, estas medidas limitan la disponibilidad de mano de obra en sectores que ya enfrentan crisis de escasez, como se evidenció durante la pandemia de COVID-19.

Además, las deportaciones masivas y la militarización de la frontera han empujado a muchos migrantes hacia la informalidad, reduciendo su contribución fiscal y exacerbando las desigualdades.

¿Hacia dónde vamos?

El debate sobre la migración en Estados Unidos no puede resolverse sin reconocer esta dependencia laboral. Mientras persistan estas narrativas opuestas, los migrantes continuarán siendo tanto una necesidad como un blanco de ataques. En un contexto global donde la migración es un fenómeno imparable, las políticas migratorias de Estados Unidos enfrentarán cada vez más presión para alinearse con la realidad económica y social del país.p